La prevención en los problemas oculares.
La revisión periódica de la vista nos puede permitir diagnosticar ciertos problemas oculares y patologías. En determinados tramos de edad y según los factores de riesgo se hacen especialmente necesarias y recomendables.
Durante la infancia.
Es importante diagnosticar en esta etapa para reducir significativamente la posibilidad de que ciertos problemas se agraven o se vuelvan irreversibles o crónicos. También evitaremos problemas y retrasos en el aprendizaje escolar.
A partir de los 40 años.
Alrededor de los 40 años de edad, nuestros ojos inician un proceso degenerativo. Los ojos envejecen y suelen aparecer los primeros indicios de presbicia o incluso de patologías más graves o complejas asociadas a la edad, por lo que se hace especialmente importante revisar la vista a partir de esta edad.
A partir de los 60.
Las enfermedades oculares propias de esta edad, no suelen ofrecen síntomas en las fases iniciales, por lo que diagnosticarlas es especialmente relevante, ya que, sin un tratamiento adecuado, pueden derivar en problemas graves como la ceguera. La más habitual entre estas patologías es la catarata, junto con la Degeneración Macular Asociada a la Edad (DMAE) y el glaucoma.
La diabetes.
Son extremadamente necesarias las revisiones oculares anuales, por el alto riesgo de desarrollar enfermedades de la retina, especialmente la retinopatía diabética. Además, estas personas deben medicarse y mantener hábitos de vida saludables.
Personas con antecedentes familiares.
En muchas enfermedades oculares, el factor genético es determinante. Por lo que, cuando hay antecedentes familiares, es necesario diagnosticar o descartar ciertas patologías. O estudiar las probabilidades de desarrollar una enfermedad y su posible evolución, a través de diagnósticos genéticos.
La alta miopía.
Los pacientes con alta miopía son conocedores de su predisposición a padecer enfermedades como cataratas, glaucoma, degeneración macular o desprendimiento de retina. A estos pacientes se les recomienda someterse a varias revisiones oculares anuales, ya que estas enfermedades, en sus primeras fases, no presentan síntomas aparentes.
La prevención en la vida diaria.
Además de las revisiones oculares periódicas, debemos contemplar otras medidas de prevención más o menos sencillas y de sentido común en el día a día. Es aconsejable proteger los ojos con gafas adecuadas según la actividad que realicemos (determinados trabajos, práctica deportiva, protección solar…), especialmente en niños y adolescentes.
Los filtros y la homologación de las gafas son imprescindibles para una protección adecuada, durante los meses de alta exposición al sol. Igualmente, es muy importante hidratar los ojos cuando las condiciones provoquen sequedad ocular.