En qué consiste el examen del fondo de ojo.
Cuando vamos al oftalmólogo, este realiza una serie de exámenes: controla nuestra visión, mide la tensión de nuestros ojos y observa nuestra retina. Tanto la retina, como la papila óptica o disco óptico (extremidad del nervio óptico), serán analizados en un examen del fondo de ojo.
Esta prueba sencilla e indolora, técnicamente se llama oftalmoscopia, y permite al especialista observar la parte posterior del ojo.
Es un examen muy útil para diagnosticar enfermedades del ojo, pero también para el control de afecciones como la diabetes o la hipertensión arterial. El oftalmólogo verifica principalmente que no padecemos Degeneración Macular Asociada a la Edad o glaucoma.
En las personas con miopía, en las cuales la zona periférica de la retina puede estar delgada y/o frágil, el médico se asegura que no haya riesgo de desprendimiento de retina.
El examen del fondo de ojo es rápido e indoloro. Puede realizarse aplicando tres técnicas:
- La primera técnica, de forma directa, consiste en proyectar una pequeña luz a través de nuestra pupila con la ayuda de un oftalmoscopio, que en su interior cuenta con varias lentes que aumentan el tamaño de la zona a estudiar
- La segunda técnica, de forma indirecta, siempre en contacto con el ojo, se basa en la observación de nuestra retina con la ayuda de una lámpara de hendidura.
- La tercera técnica se utiliza cuando el especialista necesite obtener una visión más completa de nuestro fondo de ojo. Unos veinte minutos después de la aplicación de las gotas que nos dilatan las pupilas, el profesional utilizará una lente con tres espejos situada en el ojo, para examinar la retina. Puede ser un poco molesta, pero gracias al uso de un colirio anestésico, no es dolorosa.
Tras esta exploración de fondo de ojo, sabremos si nuestro ojo se encuentra en buen estado o si hay alguna patología o defecto refractivo que necesite tratamiento.
El examen de fondo de ojo puede realizarse a cualquier edad, ya que no presenta ningún tipo de contraindicación.
A partir de los 45 años, es recomendable acudir al especialista por lo menos una vez al año, aunque no tengamos ningún síntoma o problema, ya que es la mejor forma de prevenir posibles patologías oculares.