El globo ocular está compuesto por tres capas. La capa más externa y de color blanco se llama esclerótica. La capa más interna corresponde a la retina y la capa intermedia se denomina úvea. Esta última capa representa la capa vascular del ojo y a su vez consta de tres estructuras: el iris, el cuerpo ciliar y la coroides. La uveítis es la inflamación de la úvea y se caracteriza por disminución de la agudeza visual, de curso lento y progresivo y dolor. De acuerdo a su localización anatómica se puede clasificar en uveítis anterior, intermedia o posterior.
Las uveítis son enfermedades complejas y graves, que ocasionan un importante problema socio-sanitario por su frecuencia y severidad, afectando principalmente a pacientes en edad laboral. Constituyen la quinta causa de ceguera en países desarrollados, representando el 10-15% de casos de ceguera total (definición del World Health Authority) y más del 20% de las cegueras legales, sin embargo, muchos de los daños secundarios a las uveítis podrían ser potencialmente evitados si son tratadas pronto y adecuadamente.
Las causas principales asociadas a la disminución de visión en las uveítis son las cataratas, el edema macular y la combinación de ambas. Otras variedades de causas pueden resultar en la pérdida de visión de los pacientes, entre ellas el glaucoma, la queratopatía en banda, la vitritis severa, el desprendimiento de retina, la neuropatía óptica, las membranas epirretinianas, la fibrosis submacular o la neovascularización coroidea.
Causas:
El campo de las uveítis incluye múltiples enfermedades, algunas de las cuales están causadas directamente por agentes infecciosos (virus, bacterias, hongos o parásitos) y otras parecen ser mediadas por el sistema inmunitario y en ocasiones asociadas con enfermedades sistémicas tales como las espondiloartropatías seronegativas, la sarcoidosis o la enfermedad de Behçet, mientras que en otros casos están limitadas al globo ocular.
Diagnóstico:
Suele requerir de una valoración completa de la historia clínica del paciente asociado a una amplia variedad de pruebas complementarias para poder determinar su causa.
Tratamiento:
Las uveítis pueden presentarse en forma de brotes o episodios. En un primer episodio o en un episodio esporádico el tratamiento suele ser empírico con el uso de antinflamatorios. Si los brotes se vuelven frecuentes y persistentes, el tratamiento dependerá de la causa subyacente.
El estándar de tratamiento de las uveítis no infecciosas son los corticoides ya sean tópicos, locales u orales. Aunque los corticoides son eficaces, causan importantes efectos secundarios, por lo que el uso de terapia immunomoduladora se hace imprescindible.
De manera general existen dos grandes grupos de agentes citotóxicos, los agentes alquilantes como la ciclofosfamida o el clorambucilo, los antimetabolitos como el metrotexate, la azatioprina y el micofenolato de mofetilo, y los inhibidores de células T como la ciclosporina o el tracolimus.
El desarrollo de los nuevos fármacos biológicos tiene como objetivo la modulación del sistema inmune a través del bloqueo selectivo de citoquinas pro-inflamatorias involucradas en la patogenia de determinadas uveítis. Los más usados son los fármacos anti-TNF-α, como el Infliximab o el Adalimumab o las nuevas versiones de los mismos como Golimumab o Certolizumab. Pero existen otros como anti-IL-17 como el AIN-475, anti-IL-2 como Daclizumab, o anti-IL-6R como Tocilizumab.